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Mi historia de emprendedora empezó muchas veces:

→ 9 años: revendía hilos de bordar en el colegio.

→ 19 años: hacía y vendía ponches en Navidad.

→ 29 años: diseñaba camisetas personalizadas y me dí cuenta de que en la vida había algo más.

→ 39 años: inicio esta plataforma a través de la que siento que vivo mi propósito con intención.

Todo esto mientras ejercía como ingeniera civil, hice maestrías y certificaciones, daba clases de física en la universidad, me casé, parí tres varones, me lancé como emprendedora, solté mi carrera, hice giras como speaker y hasta gané premios internacionales.

Hasta ahora que lo escribo, es que me doy cuenta de que los grandes saltos que determinaron el punto en que estoy hoy se definieron en cada década de mi vida.

Lo que fue pasando entre una y otra, simplemente fueron experiencias y fases que me tocaron vivir, gozar y sufrir, para poder estar hoy en el lugar que estoy.

En mi memoria está muy claro el día en que tenía a mi segundo niño con 2 años a punto de darle fiebre, de esas que no marcan en el termómetro pero que tú sabes.  El asunto era que tenía una reunión de trabajo y, aún sabiendo que él estaba enfermándose, lo llevé a la casa cuna (daycare).

Una hora después, con dolor de mi alma, ahí estaba yo, reunida en la construcción, todo el mundo hablando de millones de dólares y de cambios de diseño y yo, ausente, me miraba los zapatos para no llorar y pensaba:

“¿Qué hago aquí?” 

Con el tiempo me di cuenta de que con esa pregunta no me refería a la reunión, sino a ese punto en mi vida donde tenía dos niños pequeños, un estrés que me estaba enfermando, una falta de satisfacción increíble con lo que estaba haciendo con mi vida y cero entusiasmo por seguir ese camino.

Esa experiencia de sentirme desconectada entre mente, cuerpo y corazón, fue la gota que derramó la copa para mí y que me hizo ver que mi vida tenía que cambiar y que la única responsable de hacerlo era yo.

Mi trabajo, mi esfuerzo, mi paciencia y mi perseverancia iba a ser la diferencia entre seguir llorando diario antes de irme en el carro a trabajar (ya llevaba dos años en eso) o empezar a construir una vida que yo quisiera vivir, en mis términos y que funcionara para mí y mi familia.

Entonces empecé dando pasos: primero, en medio del desahogo que necesitaba, empecé a escribir temas de crianza y, con menos cero conocimiento de tecnología, me puse a leer y a aprender y creé mi primer emprendimiento digital: Madres Conectadas.

Este blog me abrió tanto la mente y las puertas a otra dimensión que, definitivamente, fue el catalizador de todo lo que he vivido en lo adelante.

Una cosa llevó a la otra y, aunque me vi con tres trabajos, dos niños pequeños (ya son tres), hice una transición consciente y planificada de pasar de trabajar en la calle, a medio tiempo en la casa, a tiempo completo desde mi casa y con los niños en mis piernas.

A raíz de todo lo que se venía dando: giras con charlas de la mano de marcas mundiales, premios internacionales, contratos, viajes, convenciones, entrevistas y demás, las mamás que me seguían empezaron a preguntarme que cómo yo había pasado de ingeniera a emprendedora con tanto éxito.

Pues ahí decidí enseñarles lo que había hecho para lograrlo.  Literalmente mi paso a paso, lo bueno, lo malo y lo feo.

Poco a poco, se fue creando una comunidad alrededor de eso que enseñaba y creo que lo que más le atraía, era que ellas podían ver que en verdad todo estaba pasando y pasándome.  Que todo era REAL.

Al final, se dio lo natural: empecé a crear formas de ayudarlas más y mejor.

De ahí nacen mis cursos online. De esa conexión que sentía con todas las mujeres que creían que no podían cambiar sus vidas y con las que sí querían hacerlo y no sabían cómo.

Yo fui esa persona, esa mujer, esa mamá.  Yo estuve ahí y, aunque hubo un punto en que no veía salida, sí la tenía.  Todas la tenemos.

Ayudo a otras a emprender porque me frustra ver tantas mujeres talentosas, creativas y trabajadoras ahogando sus sueños y renunciando a su deseo de flexibilidad, libertad y equilibrio en sus vidas, sólo por no saber cómo y por dónde empezar.

Cuando me tocó a mí, yo no tenía ni idea, todo fue desde CERO, y sé que lo más importante en esa etapa es encontrar a alguien que te inspire y te dé el voto de confianza diciéndote: “dale que tú puedes. No estás sola, yo te ayudaré.”

Desde el 2012 he escrito más de 750 artículos, impartido casi 200 talleres y conferencias en varios países. Cómo dicen en gringolandia, soy una “multiple award winning blogger.” a nivel internacional y, como parte de un progreso natural, creé mi convención Biznet Latina, el must go event anual para emprendedoras del mundo entero con sede en Orlando, Florida.

He sido entrevistada por Despierta América en Univisión, CNN en Español RED ROOM, La revista Ser Padres, El Sentinel, La Prensa, El Listín Diario y decenas de medios más.

 

A través de mis redes, mis programas, cursos online y mis eventos, he conectado con cientos de mujeres de más de 22 países de 4 continentes.

Si algo he aprendido ayudando a tantas mujeres de todas partes del mundo es que de las crisis personales, emocionales, económicas y familiares surgen la gran mayoría de los emprendimientos.

Es allá abajo, en el fondo, donde el espíritu emprendedor encuentra el apoyo para tomar impulso.

De hecho, mi club de membresía, BizNet Latina Club,  nació de todo el caos que generó la pandemia del COVID-19 en la vida tanto mía como de las cientos de mujeres para las que creé esta comunidad de acompañamiento y guía.

Soy ingeniera civil, tengo un máster en administración de empresas, di clases de física en la universidad, me certifiqué en la formación profesional, con varias acreditaciones que he obtenido estudiando temas que me interesan, desde asesoría familiar hasta disciplina positiva y, ni qué decir, en el área de negocios y el mundo digital.

 

Dominicana, esposa y madre de tres niños, he logrado el sueño de toda emprendedora y es precisamente lo que quiero para ti:
vivir de lo que ama, mientras disfruta de su propia definición de éxito.

 

Mujeres que han hecho mis programas

Países donde viven mis clientes

Conferencias que he dado por el mundo

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Porciento de veces que fallo en dormirme antes de las 12